La física y escritora Sonia Fernández-Vidal, autora de la trilogía La puerta de los tres cerrojos y de Quantic Love, que transcurre en el CERN, ha contestado a las preguntas de Hipertextual sobre su carrera como científica, la importancia de la divulgación de la ciencia, la computación cuántica y de sus libros.Está doctorada en física, ¿en qué momento decidió que quería estudiar esta carrera?

La verdad es que desde pequeña tenía bastante claro que quería ser científica. ¿Sabes las típicas cosas que te vienen recuerdos muy intensos aunque seas pequeñita? Uno de estos recuerdos es, precisamente, de estar en el colegio, en alguno de los primeros cursos de primaria, e ir a la biblioteca de la escuela y tener entre mis manos un libro sobre biografías de científicos para niños: Einstein, Marie Curie, Pasteur... Y pensar ¡Qué interesante! Yo también quiero ser científico, igual que ellos. Y es muy curioso porque ese libro estaba ilustrado por Pilarín Bayes y mi libro El universo en tus manos está ilustrado por ella. Me acuerdo que una de las primeras veces que nos cruzamos para el proyecto le expliqué esta anécdota y le dije que era como un círculo que se cierra. Y Pilarín, que es muy sabia, me dijo que no, que más bien era una espiral porque seguro que este libro caía en manos de otra niña a la que también inspiraremos para ser científica. Y ojalá que sea así.

En esta línea, últimamente están apareciendo bastantes libros ilustrados para niñas y niños en los que se reivindica el papel de la mujer en la ciencia, ¿qué le parecen este tipo de iniciativas?
Me parecen no solo unas iniciativas fantásticas sino muy, muy necesarias. Hay estudios que demuestran que uno de los factores de que haya esta brecha de género en ciencia es precisamente la falta de roles o de visibilidad de las mujeres en este ámbito. No es que no las haya o no las hubiera en el pasado sino que nunca han saltado al escenario. Si le pides ahora mismo a los lectores que cierren los ojos e imaginen un científico, la imagen arquetípica que les saldrá es el típico señor con el pelo blanco y de punta, con una bata blanca y los bolígrafos en la solapa. Sin embargo, no hay esa imagen directamente asociada a la mujer.

Pienso que es cierto que las mujeres científicas tenemos que hacer un esfuerzo para salir más al escenario. Son cosas que están cambiando, pero los roles que se les pueden dar a nuestras niñas, adolescentes y a la sociedad, en general, de mujer científica puede tener un peso muy, muy significativo para cambiar las tornas.

Libros de Sonia Fernández-Vidal
En los últimos años estamos viendo como cada vez más, los científicos os involucráis en enseñar ciencia a los demás, ¿cómo de importante es esta labor?
Para mí es esencial debido a dos pilares fundamentales. El primero es que, al fin y al cabo, los científicos cuando hacemos investigaciones en nuestros centros, estos suelen ser públicos. Así que lo que nosotros estamos desarrollando allí se hace con dinero de todos los ciudadanos. Por esto creo que es bueno, justo y necesario que todo este conocimiento no se quede en la torre de marfil de los científicos sino que trascienda a la sociedad.

El segundo pilar, que también es fundamental, es precisamente porque cada vez hay más necesidad de generar una cultura científica en nuestra sociedad. Cultura científica no solo por saber de ciencia sino por los valores intrínsecos que la ciencia tiene. Por ejemplo, aprender a cuestionarlo todo. Hoy en día, con la dificultad que tenemos para educar a nuestros hijos en un mundo en el que predominan los *fake news*. Discernir qué es real y qué no lo es... Jamás habíamos tenido tanta información al alcance de nuestras manos, pero precisamente esa sobreinformación está haciendo que no lleguemos a la verdad. Entonces, precisamente el valor de la ciencia de saber discernir, de cuestionarlo todo, de profundizar y no quedarse en los pocos caracteres de Twitter, son algunos de los valores que tiene la ciencia y que se pueden transmitir a la sociedad. Pienso que esta es precisamente una herramienta para trabajo de estos valores si queremos que nuestra sociedad siga evolucionando.

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¿Cómo de difícil es transmitir estos valores a los niños y adolescentes a través de los libros?
Pienso que quizás es más sencillo hacerlo para niños que para adultos porque, al final, los cuentos en sí mismos desde la noche de los tiempos han servido para transmitir valores. Además, a mí siempre me ha gustado esa frase que dice: "Los cuentos son para dormir a los niños y despertar a los adultos". Normalmente los cuentos transmiten mucha sabiduría y ya de por sí muchos valores. Si encima pueden tener un trasfondo científico... Pienso que, precisamente con la fantasía, los personajes, transmiten con sus comportamientos unos valores, puedes difundir también esa necesidad de profundizar en las cosas, de no quedarse en lo esencial; de cuestionarlo todo, de permitir que la fantasía te abra caminos nuevos para explorar, que también es un valor muy necesario en la ciencia, la imaginación y la creatividad... A través de los cuentos y las novelas es, para mí, más sencillo poder transmitir todos estos conceptos.

¿Cómo ha cambiado su vida desde que publicó su primer libro en 2011?
La verdad es que ha cambiado bastante. Se abrió para mí una faceta o un nuevo camino que no había recorrido hasta entonces, que es precisamente la de ser escritora. Empecé en 2011 con La puerta de los tres cerrojos, tuvo muy buen recibimiento, continué con Quantic Love, que es una novela romántica que transcurre en el CERN; le sigue Desayuno con partículas, que es un ensayo para adultos, y después El universo en tus manos, que es para niños pequeñitos. Ahora estoy con La puerta de los tres cerrojos, La senda de las cuatro puertas, que es el segundo libro. Y actualmente estoy escribiendo el último libro.

La verdad es que cambió mucho porque no había desarrollado antes esta faceta de escritora, mezclando fantasía o historias con mi otra pasión, la ciencia. Es un camino que estoy disfrutando muchísimo. Pienso que los libros tienen cierta magia o secreto que incluso los autores desconocemos y es, precisamente, qué vida cobrarán. Pienso que lo esencial es cuando se nota que el autor está disfrutando como un enano mientras lo escribe. Y puedo asegurar que mientras escribo, disfruto muchísimo haciéndolo y espero conseguir transmitir eso a los lectores.

Estuvo una temporada en el CERN, ¿cómo es trabajar allí?

La verdad es que trabajar en el CERN es una aventura apasionante porque es un poco como la catedral moderna del conocimiento científico. Puedes imaginarte que para una joven científica como yo, que tenía apenas 23 o 24 años, estar allí fue una experiencia apasionante. De repente ibas a desayunar un día y lo hacías con un premio Nobel a tu lado con el que poder conversar. La gente llegaba allí con ideas totalmente innovadoras, totalmente nuevas y sentías que formabas parte de un proyecto en el que estabas trabajando para dar respuestas a preguntas eternas: ¿Cuál es el origen del universo? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí. Es una experiencia fascinante a nivel intelectual, pero también social porque al final es un centro en el que hay investigadores de todo el mundo, jóvenes de todo el mundo. Atraviesa fronteras, razas, sexos... Pienso que es una aventura extraordinaria.

¿Y cómo de diferente es hacerlo en el Laboratorio Nacional de Los Álamos, en Estados Unidos?
Cuando estuve en Estados Unidos había una diferencia abismal entre el CERN y el Laboratorio Nacional de Los Álamos. El CERN al final es una institución internacional, hay muchos países miembros y todas las investigaciones que se hacen son totalmente abiertas. Por ejemplo, la World Wide Web nació en el CERN y se abrió en beneficio a toda la humanidad, por eso la web arrancó tan rápido. Seguramente si hubiera sido una empresa hubiera ido muchísimo más lento. Sin embargo, el Los Álamos no deja de ser un un laboratorio militar. Allí se desarrolló el Proyecto Manhattan, donde se creó la bomba atómica. El fin de ambos es muy distinto. Aunque Los Álamos hoy en día no solo hace proyectos militares, bélicos, también hace investigaciones sociales y muy punteras. Pero, al fin y al cabo, no deja de ser un laboratorio militar.

**Está especializada en Computación y Óptica Cuántica, para el común de los mortales... ¿Esto qué es?
Es una parte de la Física Cuántica que trabaja con los ordenadores cuánticos, precisamente toda esta parte de información cuántica trata de desarrollar el ordenador cuántico o los sistemas de información cuántica. Un ejemplo es la encriptación cuántica, es decir, poder establecer comunicaciones a distancia y que no se puedan descifrar por la gente que está en medio. También tratamos de desarrollar sensores más precisos y exactos... Al final lo que yo hacía era tratar la interacción entre la luz y la materia de manera cuántica, y se puede utilizar con información ya sea para ordenadores o para encriptación o para cualquier aplicación tecnológica.

¿Estamos más cerca del ordenador cuántico?**

Está más cerca de lo que pensábamos cuando yo estudiaba. Se ha avanzado mucho, también porque se han dedicado muchos recursos. En 2005 cuando llegué a Los Álamos había un cheque en blanco para hacer investigaciones en esa dirección. Por lo tanto, suscitó muchos fondos y eso hace que se avance más rápido. Sin embargo, aunque hay muchas empresas que lo acelerarán mucho, como Google o IBM, aún estamos lejos. Hasta ahora no tenemos un ordenador cuántico como tal sino simuladores. Pero yo creo que tendremos un primer paso pronto, tener simuladores cuánticos ya es un gran paso.

¿Cuáles serán las características del ordenador cuántico?
La ventaja del ordenador cuántico versus el clásico, es que los clásicos funcionan con bits, es decir, con ceros y unos. Pasa corriente, tienes un uno; no pasa corriente, tienes un cero. Sin embargo, el ordenador cuántico utiliza uno de los principios de la Física cuántica que es la superposición, es decir, puedes tener unos y ceros simultáneamente. Eso hace que juegues con unas reglas totalmente distintas a las de un ordenador clásico. Pero la capacidad de computación de un ordenador cuántico para determinados algoritmos sería más fuerte que todos los ordenadores que hay ahora mismo computando en paralelo. Haciendo un símil muy sencillo, sería como tener un ordenador, pero trabajando en muchos universos paralelos a la vez. Entonces el poder de computación crece de manera exponencial.

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